jueves, 30 de diciembre de 2010

A tiempo

Y bien, a puntito de terminar el año, aunque para algunos, entre los que me incluyo,  sea un hecho intrascendente y poco significativo (me sigo guiando más por el curso escolar y los cambios estacionales que por el propio calendario, ya sea cristiano, musulmán o chino) si creo importante recordar que es bueno recordar.

Y así termino (o empiezo) hoy el día (o año), tratando de traer a la memoria recuerdos, con los bolsillos llenos de cosas tontas o extravagantes, torpes o certeras...alegres, silenciosas, tímidas, valientes, tristes, cómodas o incómodas, todas ellas ya pequeñas y antiguas, como pedacitos de papel descolorido, recortes de un viejo diario o pequeños botones guardados en una caja. No se trata de hacer balance, sino de encontrar en  uno mismo al buen compañero de viaje, ese que nos va contando historias mientras vamos andamos el camino, ese que nos hace de guía y apoyo, el que nos explica los errores y justifica los aciertos, el único que puede susurrarnos en sueños las verdades, si las hay, el que nos recuerda lo que fuimos y soporta lo que somos.

No sé qué nos traerá el nuevo año, ni el nuevo invierno, ni el próximo mes...ni quiero saberlo. Sí sé que echaré de menos a algunas personas que ya no están, que lloraré la pena, gritaré la injusticia, reiré las alegrías y saltaré sobre la rabia y la frustración, una vez más. Sé que seguiré aprendiendo, seguiré mirando, escuchando y, muy probablemente, seguiré corriendo tras algo...y, de vez en cuando, en alguna fecha señalada, porque para eso están, recordaré, porque es bueno no olvidar.



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