Y así termino (o empiezo) hoy el día (o año), tratando de traer a la memoria recuerdos, con los bolsillos llenos de cosas tontas o extravagantes, torpes o certeras...alegres, silenciosas, tímidas, valientes, tristes, cómodas o incómodas, todas ellas ya pequeñas y antiguas, como pedacitos de papel descolorido, recortes de un viejo diario o pequeños botones guardados en una caja. No se trata de hacer balance, sino de encontrar en uno mismo al buen compañero de viaje, ese que nos va contando historias mientras vamos andamos el camino, ese que nos hace de guía y apoyo, el que nos explica los errores y justifica los aciertos, el único que puede susurrarnos en sueños las verdades, si las hay, el que nos recuerda lo que fuimos y soporta lo que somos.
No sé qué nos traerá el nuevo año, ni el nuevo invierno, ni el próximo mes...ni quiero saberlo. Sí sé que echaré de menos a algunas personas que ya no están, que lloraré la pena, gritaré la injusticia, reiré las alegrías y saltaré sobre la rabia y la frustración, una vez más. Sé que seguiré aprendiendo, seguiré mirando, escuchando y, muy probablemente, seguiré corriendo tras algo...y, de vez en cuando, en alguna fecha señalada, porque para eso están, recordaré, porque es bueno no olvidar.